Un día en Muniellos, el robledal más grande de España

Te contamos cómo ser una de las 20 personas que pueden visitar cada día esta reserva natural integral de Asturias.
Reserva natural de Muniellos.
Getty Images

En el suroccidente de Asturias, entre los concejos de Cangas del Narcea e Ibias (dentro del parque natural de las Fuentes del Narcea y del Ibias), está la Reserva Natural Integral de Muniellos. Con un espacio de casi 60 kilómetros cuadrados, el que supone el robledal más grande de nuestro país se extiende a lo largo de tres montes: Muniellos, La Viliella y Valdebois

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Vamos a visitarlo gracias a la labor divulgativa de la fundación conservacionista de TENT (The European Nature Trust), con los técnicos de la agencia Wild Spain Travel como guías para el viaje. Nuestro punto de encuentro es la estación de tren de Oviedo, donde hemos llegado a media mañana tras coger el primer regional desde Madrid. Allí nos recoge un minibús que se plantará en cosa de hora y media en la localidad de Fuentes del Narcea. 

Muniellos, Asturias.Víctor García

En la terraza de la Sidrería Narcea daremos enseguida cuenta de la jugosa y cuantiosa gastronomía local: cabracho (paté de atún), escalopines rebozados, tabla de quesos, parrillada de verduras, revuelto de gulas, ensalada mixta… Todo regado con sidra, ya sea en su formato habitual (escanciada) o convertida en sangría (con ron, fruta y refresco de limón).

CÓMO CONSEGUIR LA ENTRADA

Tras una breve siesta en el minibús nos plantamos al fin en Muniellos. En el centro de recepción de visitantes Las Tablizas nos recibe Reyes, guarda de la reserva, quien nos explica que el bosque está declarado desde 2002 como reserva natural integral, “la figura de mayor protección”. Veinte años atrás, cuando consiguió ser reserva biológica nacional, se limitó el acceso a veinte visitas diarias.

Actualmente, dicho acceso se solicita de forma telemática, a través de la web Asturias.es. La confirmación “es inmediata”, ya que “no hay lista de espera”. Cada 15 de diciembre salen las plazas para todo el año siguiente. Ni qué decir tiene que vuelan, pero si no logramos reservarlas ese día no todo está perdido. 

“Hay que confirmarlo entre 3 y 15 días antes, si no se liberan las plazas”. De este modo, si estamos pendientes de reclamar los huecos que quedan libres y podemos ir fuera de temporada alta (otoño, puentes y fines de semana), nuestras posibilidades aumentarán considerablemente.

En dirección a las lagunas de Muniellos.Joaquin Ossorio-Castillo/ Getty Images

UNA RUTA, DOS MODALIDADES

Si somos de los afortunados, podremos recorrer el bosque a través de una sola ruta, planteada en dos modalidades. La forma larga es hacerla por Fonculebrera, un recorrido de unas 7-8 horas orientado a montañeros y gente con un buen fondo físico. Comienza con una dura subida de unas dos horas a través de una zona tupida y húmeda del bosque, a la que seguirán unos pedreros (“llerones”) que se atraviesan con la ayuda de pasamanos de cuerda. 

Después, llegaremos a Fonculebrera, el caño de agua que da nombre a la ruta y que nos permitirá refrescarnos (salvo en verano, que se seca). En sus inmediaciones está el “roblón” albar de Muniellos, un ejemplar de 300 años.

Continuamos hasta el Sestu Rapáu, parada recomendable para disfrutar del circo glaciar de la Candanosa, lugar que acoge las cuatro lagunas de Muniellos. Visitaremos una, la Laguna de la Isla (1.300 metros), tras pasar el Xardón de la Candanosa. Más arriba, pero inaccesibles para nosotros, están las otras tres: la Grande, la Honda y la de la Peña.

Un kilómetro después están las Tres Cruces, donde comienza el camino de regreso. Este tramo discurre paralelo al río Muniellos (llamado Tablizas cuando es todavía arroyo), donde los robles dan paso a otro tipo de árboles: fresnos, abedules, hayas, acebos, serbales… Junto a ellos conviven cientos de especies de musgos y líquenes, lo que nos indica su buena calidad ambiental. 

Iremos cruzando el río a través de puentes de madera hasta llegar a una pasarela final de un kilómetro (para hacer accesible este tramo), que nos devuelve al punto de partida. La segunda opción (más fácil, para toda la familia y sin apenas desnivel) sería hacer este tramo del río hasta las Tres Cruces y volver por el mismo camino, dejando la ruta en unas 5 horas y media.

Muniellos, reserva natural integral.Víctor García

MUNIELLOS, REFERENTE DE CONSERVACIÓN

En cualquier caso, como nos indicó Reyes, al haber tan pocas personas tendremos la “sensación de que no te vas a encontrar a nadie”. Incluso las señales del camino se han reducido lo máximo posible, para minimizar el impacto visual. 

Víctor Trabau, de Wild Spain Travel, nos explica que Muniellos es un “referente en cuanto a la conservación de la naturaleza”. Y es que no solo es el robledal más grande de España, también es uno de los mejores conservados de Europa. Se trata de un “bosque primario” (sigue igual desde que nació) que ya aparece referenciado en el siglo XVI, cuando sus maderas sirvieron para reparar los barcos que regresaron de la Armada Invencible.

Desde entonces, su uso estuvo ligado a la explotación maderera, acrecentándose su deforestación a partir de los siglos XVIII y XIX. Se llegarían a plantar árboles no autóctonos como eucaliptos, y una empresa en el siglo XX hasta se planteó cambiar los robles por pinos (que crecen más rápido y, por tanto, son más rentables). 

Un paraíso al que solo pueden acceder 20 personas cada día.Víctor García

Muniellos se salvó por dos cosas: su mal acceso (no había carreteras) y los movimientos ecologistas, que a partir de los años setenta comenzaron a alzar sus voces (incluidas las de Félix Rodríguez de la Fuente y García Dory) para protegerlo. 

En 1973 fue adquirido por el Estado a través del ICONA, y se prohibió el uso humano (ni caza, ni pesca). Desde aquel momento se le empezó a blindar con todo tipo de figuras de protección, hasta alcanzar la de reserva natura integral (la de mayor protección) en 2002.

Esto ha facilitado que, además de ingente vegetación, albergue también gran cantidad de fauna. Animales emblemáticos como el oso pardo –muy difícil de ver, pero Víctor no tarda en encontrar señales de sus garras en un tronco para marcar el territorio–, el urogallo, la liebre de piornal o el lobo, además de zorros, jabalíes, corzos, rebecos o la perdiz pardilla. 

En las charcas y turberas habita también la salamandra rabilarga, y en los ríos, la nutria y el desmán. Un paraíso para cualquier amante de la naturaleza cuyo limitado acceso convierte la visita en algo tan privilegiado como especial.

Cortines, fortificaciones de piedra hechas para defender las colmenas de los osos. Getty Images

No podemos irnos de allí sin parar a ver el cortín de Cadenas, cercano a la salida. Los cortines son fortificaciones de piedra (hay unos 2.000 a lo largo del norte peninsular) hechas para defender las colmenas de los asaltos de los osos

Sus responsables son los apicultores, labor de gran importancia en Asturias gracias a la cera para las velas del Monasterio de Corias y la miel, único edulcorante de la provincia durante muchos años. Reciben el nombre de la familia propietaria, y pueden tener diferentes formas (herradura, cuadrados…), aunque lo más habitual es que sean redondos, como es el caso del que estamos viendo, ya que, según nos indica Víctor, “es más fácil de construir, al no tener esquinas, y resiste mejor el tiempo”. 

Actualmente están electrificados, añadiendo un aliciente extra para que los plantígrados (golosos como ellos solos) desistan de su empeño por comer miel. Una estampa digna de postal, con el gris de la piedra de los muros en contraste con el verdor del paraje y las colmenas multicolor (muchas de ellas truébanos, colmenas originales hechas de troncos huecos).

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